Cuando la Voyager 1 fue lanzada al espacio el 5 de septiembre de 1977, nadie pensó que la sonda seguiría operativa hoy en día. Debido a su misión excepcionalmente larga, la Voyager 1 encontró problemas a medida que sus componentes envejecían en las frías zonas exteriores del sistema solar. Cuando surge un problema, los ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, tienen que ser creativos pero al mismo tiempo cuidadosos respecto de cómo reaccionará la nave espacial a cualquier cambio.

La Voyager 1, la nave espacial más alejada de la Tierra en la actualidad, se encuentra a unos 24 mil millones de kilómetros de la Tierra. La sonda opera fuera de la heliosfera, donde sus instrumentos toman muestras directamente del espacio interestelar.

A principios de este año, los ingenieros descubrieron un problema cuando un tubo de combustible dentro de uno de los propulsores de la Voyager se obstruyó. Si los propulsores están obstruidos, no pueden generar suficiente fuerza para mantener estable la nave espacial. Los propulsores de la Voyager mantienen la nave espacial orientada de manera que pueda comunicarse con la Tierra.

Si la Voyager 1 no estuviera posicionada de manera que su antena estuviera orientada hacia la Tierra, la nave espacial no podría "escuchar" las órdenes del control de la misión ni enviar datos, según Calla Cofield, especialista en relaciones con los medios del JPL. El equipo se dio cuenta de que tendrían que enviar un comando a la nave espacial para cambiar a un conjunto diferente de propulsores, pero la solución no sería sencilla.

Esta no es la primera vez que la Voyager 1 ha necesitado cambiar a un conjunto diferente de propulsores en las últimas décadas. Afortunadamente, la nave espacial tiene tres juegos de propulsores: dos juegos de propulsores de actitud y un juego dedicado a maniobras de corrección de la órbita. La Voyager 1 utilizó sus propulsores para diversos propósitos mientras sobrevolaba planetas como Júpiter y Saturno en 1979 y 1980.

La nave espacial está actualmente viajando en una órbita constante, lejos del sistema solar, por lo que sólo necesita un conjunto de propulsores para ayudar a mantener su antena apuntada hacia la Tierra. Para alimentar los propulsores, la hidracina líquida se convierte en gas y se libera en unas 40 ráfagas cortas por día para mantener la Voyager 1 orientada correctamente.

Cuando el equipo cambió inicialmente la Voyager a propulsores de corrección de órbita hace seis años, el tubo se ensanchó 0,25 mm. Pero ahora, la congestión lo ha reducido a 0,035 mm, la mitad del ancho de un cabello humano, según la NASA.

Era hora de cambiar a otro conjunto de propulsores.

Ha Thu

Según CNN