Pavel Durov, fundador y director ejecutivo de la aplicación Telegram. (Fuente: Reuters)

Pavel Durov, de 39 años, empresario de origen ruso, nacido en Leningrado y actualmente titular de las nacionalidades rusa, francesa, emiratí y de San Cristóbal y Nieves (país caribeño), fue detenido en el aeropuerto de París-Le Bourget hacia las 20.00 horas. el 24 de agosto (hora local).

Fundó Telegram en 2013 y ha enfatizado que la plataforma promueve la privacidad y resiste la censura gubernamental.

Tras su arresto, una fuente judicial en Bruselas (Bélgica) analizó: «El caso de Durov es en realidad un reflejo del de Assange. En ambos casos, el fundador de una importante empresa internacional de medios de comunicación independiente fue objeto de cargos penales».

Según la fuente, la ciudadanía francesa de Durov dará más libertad a los fiscales. Sin embargo, la fuente afirmó que, independientemente del país del pasaporte del fundador de Telegram, los medios seguirán considerando a Durov un ciudadano ruso, lo que reduce significativamente la posibilidad de que la opinión pública europea apoye esta figura.

Anteriormente, el canal de televisión francés LCI TV informó que Durov había sido arrestado y dijo que el fundador de Telegram podría ser acusado de terrorismo, tráfico de drogas, fraude, lavado de dinero y uso de pornografía infantil.

El 25 de agosto, la Comisionada rusa de Derechos Humanos, Tatyana Moskalkova, denunció el arresto de Pavel Durov, diciendo que era un ataque a la libertad de expresión e información.

“La verdadera razón detrás del arresto de Pavel Durov es claramente un intento de cerrar Telegram, una plataforma en línea donde se puede descubrir lo que realmente está sucediendo en el mundo”, escribió Moskalkova en su página de Telegram.

Las autoridades rusas de derechos humanos han condenado el arresto de Durov como una “flagrante violación” de la libertad de expresión y otro ejemplo de “los dobles estándares que los países amantes de la democracia imponen sobre los derechos humanos básicos, mientras que en realidad intentan pisotearlos”.

“En lugar de combatir la delincuencia, la discriminación y otras violaciones de los derechos humanos, Francia intenta controlar por completo la opinión pública”, dijo con sarcasmo Moskalkova.