Humo se eleva tras los ataques aéreos israelíes en el sur del Líbano, visto desde el lado israelí de la frontera, el 22 de marzo. (Fuente: THX)

A primera vista, el ataque aéreo israelí parecía ser una represalia por los cohetes lanzados contra Israel desde el sur del Líbano, que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, atribuyó a Hezbolá. Sin embargo, las cosas no son tan sencillas.

Según los términos del acuerdo de alto el fuego, Hezbolá debe retirarse al norte del río Litani y desmantelar toda su infraestructura militar en el sur del Líbano. A cambio, Israel debe retirarse a través de la Línea Verde, la frontera entre Israel y Líbano trazada por las Naciones Unidas después del conflicto de 2000.

El compromiso es claro en blanco y negro, pero en los detalles cada parte intenta interpretarlo de la forma que mejor le beneficia. Aunque Israel insiste en que el alto el fuego requiere que Hezbolá se desarme completamente en todo el Líbano, Hezbolá argumenta que sólo debe desarmarse de manera limitada al sur del río Litani.

En ausencia de confianza, ninguna de las partes está dispuesta a implementar seriamente el acuerdo de alto el fuego. Hasta la fecha, Israel todavía ocupa cinco posiciones que considera que tienen un “papel estratégico” en el sur del Líbano. Algunos grupos de Hezbolá se mantuvieron en secreto al sur del río Litani.

No sólo eso, los ataques transfronterizos son una medida que ambos bandos opuestos buscan implementar para afirmar su fuerza. Estas nuevas medidas ponen en peligro el frágil alto el fuego entre Israel y Hezbolá, y podrían incluso empujar al Líbano nuevamente a la guerra.

Junto con los renovados ataques israelíes en la Franja de Gaza, el enfrentamiento entre Israel y Hezbolá en el sur del Líbano muestra que la calma en Oriente Medio gracias a los ceses del fuego está casi terminada. El riesgo de una nueva espiral de violencia es claro.